viernes, 28 de marzo de 2014

Una mujer impresionante como sus fotografías.



Esta extranjera radicada en Yucatán nos ofrece una exposición de su reciente trabajo.



Es canadiense, periodista, fotógrafa, conferencista y viajera mochilera; estudió literatura francesa y española, tiene posgrado, habla tres idiomas y vive en Mérida. 

Ella es Barbara McClatchie Andrews, quien en los últimos años se convirtió en artista: reunió las experiencias de todo lo anterior para  volcarlas en fotografías impresionistas trabajadas con el método digital.

En sus ratos libres administra una galería de arte denominada In La'kech (El otro Yo). Está ubicada en la calle 60 sur para acercar las manifestaciones culturales a esa parte de la población y al mismo tiempo ofrecer un espacio para la promoción del trabajo de los artistas.


Sus fotos periodísticas y artísticas se han exhibido en su país natal así como en Francia,  Estados Unidos, Nueva Zelanda y otras naciones más. Algunas se publicaron en la revista Arqueología (de National Geographic) y en una revista de la corporación Washington Times, de la cual es colaboradora. 



Ella es “’pata de perro”, como decimos en Yucatán. Ha viajado mucho y usado todo medio de transporte. En Mongolia se transportó en tren, jeep y caballo para llegar a su destino. Las fotos que tomó en esos recorridos por el mundo tienen el enfoque periodístico pero ya revelaban su primigenia inclinación artística. 
Parte de esas fotos parecen pinturas debido al tratamiento de la composición, los colores y, sobre todo, la luz. Estos elementos son ahora la materia prima para las abstracciones de sus imágenes.


Impresionismo.


Esto puede verse en su reciente trabajo denominado “Bajo la superficie” (fotos tomadas a elementos dentro de agua). Cada fotografía parece un cuadro impresionista. La mayoría de  ellos tienen explosivos colores e intensa luz. Uno de los atractivos al mirarlos es tratar de adivinar qué objetos y reflejos en el líquido utilizó la artista para hacer esas composiciones. 


Sin embargo, en parte de los casos la imagen ya estaba frente a ella, generada espontáneamente en charcos, piscinas y otras acumulaciones de agua. Ante esa visión, ella se limitó a elegir la lente respectiva, ponerse en la distancia adecuada, ajustar la velocidad, la sensibilidad y la entrada de luminosidad y disparar la cámara. Así  retiene esa visión efímera creada por el entorno.


Al igual que muchos fotógrafos  McClatchie Andrews sostiene que los que son observadores encuentran arte en todas partes. Ella tiene ese don de mirar las cosas con otros ojos. 

Una serie de sus trabajos son fotos tomadas muy cerca a las paletas y paños que usan los pintores para combinar tintes y limpiar brochas, acción que produce una fortuita combinación de colores. Lo mismo ocurre con la basura. Al usar un lente macro para hacer acercamientos extraordinarios a los objetos se logran imágenes insospechadas generadas por la herrumbre, por ejemplo.


En otros casos la artista prefiere producir esos elementos para obtener efectos distintos y sorprendentes. Una muestra de ello son los desnudos que tomó metiendo a los modelos en bolsas de plástico para después lanzarlos a una piscina.   



Por último hay que decir que las fotografías de Barbara McClatchie son tan interesantes como sus ideas. 
En un viaje a Cuba ella se adentró a zonas donde no llegan los turistas y captó el descontento del pueblo por los rigores de los 12 años de penurias que la dictadura castrista bautizó con el eufemismo de “Período especial en tiempo de paz”.

Bárbara (Foto del Diario de Yucatán).
Los cubanos cuestionaban también la industria turística, enfocada a generar millones de dólares que no llegan al pueblo, se quedan en manos del gobierno. Ella calificó esto como un “apartheid turístico”.


La exposición “Bajo la superficie” consta de 21 trabajos de gran tamaño, se abrió hace unos días en la Pinacoteca del Estado y permanecerán ahí durante dos meses. (Mérida Cultura).   

domingo, 23 de marzo de 2014

“La 68”, un recinto cultural especial.



Es el único de su tipo en Mérida en el concepto de cine y restaurante.


Atractivo, acogedor e interesante, así resulta la experiencia de cine y cena en La 68, la Casa de Cultura Elena Poniatovska en esta ciudad, un recinto en el que la promoción cultural relega al interés mercantilista.

Si usted acude a ese sitio ubicado entre Santiago y Santa Lucía no se extrañe de hallar  ahí a extranjeros provenientes de Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y Francia, generalmente vestidos con ropa ligera. Ellas con atuendos ligeros, y ellos con bermudas, camisetas y sandalias para estar cómodos y relajados. 
Esos visitantes son parte de los asiduos asistentes a ese recinto, y dan la impresión que aprovechan más que los meridanos de ese hospitalario rincón meridano.

Tampoco se asombre de las bajas tarifas. El boleto para ver documentales y películas premiadas o postuladas para recibir reconocimientos es de $15 y $30. Repetimos las cifras para que no haya duda: quince y treinta pesos por persona. Las funciones se proyectan en un cine al aire libre y en una sala que incluye hamacas por si usted quiere esta alternativa para ver las películas.

La sala al aire libre tiene fue acondicionada en un pequeño patio con jardín con altos ejemplares de bambú y enredaderas. Sus frondas dejan ver las estrellas y la luna. Las butacas están colocadas a desnivel para que las personas de adelante no tapen la vista de los que están atrás, y tienen mesas intercaladas para tomar un aperitivo o cenar durante la función. Atentos jóvenes que sirven como meseros se le acercan para tomar su pedido y llevarle el servicio y, al final de la función, entregarle la cuenta.  

Respecto al restaurante, en su menú hay cerveza clara y oscura, a $25 (incluye una sabrosa botana de papa con salsa de tomate). Los refrescos y el agua de sabores  tienen el mismo precio. 


La lista de guisos que se ofrecen es variada. Hay lasagna, pizas, quesos y platillos vegetarianos. El paquete de mayor precio es de $300 e incluye una botella de vino.

Hace unos cuatro años la escritora Elena Poniatovska y famiiares suyos crearon ese centro cultural. Acondicionaron sugestivamente una vieja casona ubicada en el cruce de las calles 68 y 53 convertirlo en recinto para las artes y otras manifestaciones culturales. Es fácil dar con él, su fachada es inconfundible debido a la forma en que está pintada.

Adentro se puede recorrer un salón donde se exhiben y venden artesanías locales y de otras regiones del país, así como algunas obras de arte de artistas locales o establecidos en esta capital. Artículos de textil, madera, vidrio y barro así como joyería, ropa, bolsos, bastones, libros y alimentos naturales son parte de esa amplia muestra.


Más allá está un afable restaurante decorado en forma rústica, protegido parcialmente por un techo de teja y decorado con abundantes plantas y lámparas en los muros.

Después de serpentear por un pasillo se llega a la sala al aire libre y, más allá, el salón cerrado con hamacas. Ese centro cultural también tiene un pequeño escenario para eventos artísticos, talleres y otras actividades más.

 En resumen, La 68 es un concepto singular que ofrece en un ambiente afable y generoso las alternativas para desayunar, cenar, disfrutar de buen cine o hacer la tertulia con los amigos alrededor de un buen café, un vino apetitoso o una helada cerveza. (Mérida Cultura).

jueves, 13 de marzo de 2014

Una rana famosa.



Margarita, en una de sus conferencias en la Filey.



 Margarita Robleda es escritora, narradora, viajera, fotógrafa, editora, poeta, guitarrista, cantante y mucho más.


Quienes en estos días escuchan las conferencias de Margarita Robleda Moguel o se topan con ella en la Feria Internacional de la Lectura Yucatán quizá no saben que tienen junto a ellos a un personaje nacional, una humanista  predicadora de la felicidad, una sirena de las sonrisas y monarca del optimismo.
Ella se interesa mucho en los jóvenes.



Esta yucateca tiene el Premio Nacional del Cuento Infantil y también el Premio Elena Poniatowska por promoción al altruismo. El gobierno de Port Arthur, Texas, le otorgó las llaves de la ciudad, y cada año es esperada con entusiasmo en países centroamericanos que ya conocen su trayectoria. 


Es autora de unas 100 canciones, ha grabado varios discos,  y lleva escritos 115 libros, dos de ellos en Braille y otros más publicados en Estados Unidos. Conoce cientos de adivinanzas y las publicó en varios de sus textos. Durante un tiempo recorrió la República a bordo de un Volkswagen llevando como equipaje su guitarra, y temporalmente estableció su residencia en la ciudad de México. 


Además es fotógrafa, guionista, productora y conductora de series infantiles en radio y  televisión. Colaboró con las secretarías de Turismo y de Educación Pública, creó la Fundación Lectura para Todos, y es muy activa en la red Facebook, donde coloca imágenes y frases que invitan a mirar la vida en forma positiva. Desde 2007 tiene un Blog donde publica artículos periodísticos, textos de sus conferencias y otros materiales más.
 
Con Helena Poniatovska.


Esta narradora, cantautora, poeta y editora enfoca su trabajo hacia los niños, pero su mensaje es universal. Llega a todas las generaciones porque su labor se centra en “hacer cosquillas a las neuronas y al corazón”. Es común escucharla decir que sus cuentos son para niños de uno a 99 años de edad “porque al cumplir los 100 se nos cambia el carácter”.


Margarita Robleda también es conocida también por sus charlas de superación a los jóvenes así como su preocupación por las condiciones de la mujer, y sus convicciones sobre la igualdad y la y la justicia.


Cuando se le pregunta cuál es su oficio responde: “Gambusina”. Y se compara a sí misma con una rana. Se nos antoja como un animalito que con su canto y entusiasmo ilumina el pantano para convertirlo en un mundo mejor. Ha sido jurado en concursos literarios y es invitada a casi todas las ferias de libros, en las cuales abraza a todos y proclama: “¡Más libros y abrazos, menos balazos!”.


"La rana es mi nahual".
La lista de sus intereses dice mucho de ella: “Me gusta aprender, viajar, conocer otras culturas y leer. También me gustan  la fotografía, el cine, escribir, responderme preguntas e inventar nuevas interrogantes”. En materia de música disfruta de la trova yucateca, las canciones de Silvio Rodriguez y Pablo Milanés, y el repertorio de las grandes bandas. Y en cuestión de moda prefiere las prendas indígenas.


Estas palabras de la propia Margarita Robleda también permiten conocerla mejor: “Cuando salgo de México, en la ficha de migración pongo en ocupación: ser feliz. Al hacerlo me recuerdo que todo lo que hago tiene esa meta, la felicidad, no como un estado de ánimo, sino como un medio para realizar mi sentido de vida: ser mejor persona". 


“Creo que la rana es mi nagual. A través de sus ojos veo cosas que tengo la impresión que nadie más ve. Esos descubrimientos los traduzco en canciones y cuentos, en artículos periodísticos, en temas para conferencias, y en los últimos tiempos en poemas y fotografías, como los de la luna”.
 
Tiene 115 libros y unas 100 canciones.

También afirma que “Lucho día con día para no perder el humor, pienso que este es el barco que nos permitirá navegar lo más airosamente posible en medio de tanto desasociego”.


El primer libro que publicó Margarita Robleda se titula “De que se puede, se puede”. Esta frase podría resumir los 63 años de su vida. Hay  otro libro infantil más salido de su pluma y que podemos tomar como sabido consejo para nuestras vidas. Se titula “Intentarlo sigue siendo la mejor manera de conseguirlo”. (Mérida Cultura). (Nota: las tres últimas fotos que acompañan a esta nota fueron tomdas del Blog de Margarita Robleda).