Fue rotulista, hoy es artista exitoso.
Víctor Argáez nació con inclinación a la pintura, algo que
él no sabía pero que intuía por facilidad para dibujar letras y figuras.
Durante un tiempo elaboró rótulos. Muros y fachadas de tiendas y
casas comerciales tenían nombres y figuras elaboradas por él.
Pero el arte llama. Es como el amor, cuando este llega es
irresistible. Y el enamoramiento lo hizo inscribirse en la desaparecida Escuela
de Bellas Artes, lo que a su vez lo acercó a varios artistas del ramo,
entre ellos Manuel Lizama, quien, dice,
influyó en él.
Del desaparecido maestro Fernando Castro Pacheco sólo
recibió un consejo, en la única vez que
conversó con él durante el proceso de aprendizaje y definición del estilo
propio.
De ahí en adelante Víctor Argáez escaló solo hasta la cima
donde los creadores yucatecos tienen un lugar para sí mismos.
Su pintura es
fácilmente reconocible por su trazo, las técnicas que combina en ellas, los elementos cubistas que adapta, los
colores de fuego que utiliza y el motivo que elige o que lo inspira: el pueblo
maya en sus actividades, dolores y alegrías.
Hay otro elemento más característico de su obra que proviene
de sus tiempos en que subido en una escalera rotulaba fachadas. Es el
muralismo, una variante que le gusta y la cual realiza cuando se presenta la
oportunidad. Sus cuadros parecen trozos de grandes murales, no le teme el
tamaño.
-Quizá le perdí el miedo porque estaba acostumbrado a
trabajar sobre grandes espacios –manifestó el artista al hablar de esa cara de
sus creaciones.
Y trabaja rápido, en un mes termina una pintura. Con
frecuencia trabaja simultáneamente en más de una pieza.
Prueba de esa habilidad
es la muestra de 12 grandes pinturas (de 2 por 2.5 metros) que este jueves por
la noche inauguró en el recibidor del teatro “José Peón Contreras” para
celebrar sus 30 años con los pinceles. Esa colección la realizó el año pasado,
a una velocidad promedio de una por mes.
Casi todos esos cuadros están vendidos, lo que muestra
también el reconocimiento que ya tiene su trabajo en el mercado del arte. Tuvo
que convencer al comprador que le permitiera exhibir las piezas antes de que
este se las lleve.
Esa exposición se denomina “Ancestros. 30 años en el arte”.
La llamó así porque representan su espíritu y al pueblo maya de la que él
proviene pues es originario de Buctzotz, municipio ubicado en el oriente del
estado.
Esos cuadros muestran a mujeres y hombres indígenas
trabajando el henequén, elaborando tortillas, criando a los hijos, cortando
leña, pescando, conversando…Son imágenes que muestran a un pueblo de bien,
trabajando, sobreviviendo a fuerza de fe y costumbres de raíces precolombinas.
Esos cuadros tienen una textura a base de tierra, como la
usada para elaborar las casas de paja mayas. El artista aplica el material
sobre lienzo virgen, siguiendo la idea que tiene en mente. Después dibuja encima las figuras y procede a
incorporarle trazos y acrílico de intensos tonos.
Esa exposición estará abierta durante tres semanas.
Recorrerla es como adentrarse en un colorido y alto laberinto desde el cual asoma
el pueblo maya. (Mérida Cultura).