sábado, 30 de agosto de 2014

Seducción en las manos



 

 

Un concurso expone la calidad y variedad del trabajo artesanal yucateco.


Desde el pasado viernes 29 están en exposición en la galería del teatro José Peón Contreras los trabajos ganadores del III Concurso Estatal de Artesanías 2014, en el cual  participaron más de 100 creadores adultos y jóvenes.


Hay una gran cantidad de piezas en exhibición porque esa competencia abarcó numerosas categorías, y en cada una de ellas hubo cinco primeros lugares. Además se dieron reconocimientos a trabajos innovadores, aquellos que sobresalieron por su propuesta. A todo ello se agregaron menciones honoríficas.

A pesar de que esa muestra sólo lleva dos días abierta al público, uno de los trabajos en exhibición ya fue vendido. Es un cuadro de madera tallado por el cual se pagaron unos $5,000, según comentaron empleados del lugar.

Entre las categorías que abarcó ese concurso están las de Hamacas (confeccionadas en algodón, nylon, sansevieria y crochet), Fibras vegetales duras y semiduras (bejuco, palma, henequén y sansevieria), Madera (torneada, tallada o trabajada con otras técnicas), Bordado a mano y a máquina (aquí compitieron hipiles principalmente), Joyería (filigrana, esmalte y otras técnicas más), Alfarería (natural y bruñida) y Piedra (tallados con distintos temas).

En la exposición hay piezas de gran tamaño y otras diminutas. Unas tienen gran colorido, otras expresan exquisita delicadeza y otras exhiben la creatividad de los artesanos para aprovechar recursos disponibles y convertir en arte materiales cotidianos que muchas veces son considerados desperdicio.

Se observa también el ingenio para dar nuevo giro al trabajo artesanal convencional o bien recurrir a técnicas de  diseño distintas a las cotidianas a fin de de nuevos resultados.


Esa muestra saca también a la luz la experiencia o dominio que ciertos artesanos tienen en su ramo. En general, esas artesanías tienen el encantamiento que produce toda manifestación artística.

En esa exhibición puede verse piezas utilitarias como recipientes, adornos, lámparas, cestos, sombreros, sillas, bolsos, joyas, prendas, piezas de ajedrez y cuadros. El resto son simplemente objetos artísticos.
 
Entre los ganadores está Lisbeth Montenegro Balderas (categoría hamacas), María Villajuana Manzano (fibras vegetales), Elsa Rosado Kuk (madera), Luz López Hau (bordado a mano).  También Ángel Vázquez Palomo (madera), Roger Juárez Serralta (alfarería) y Carlos Ramos Durán (joyería).

Esa exposición de trabajos es abundante, rica e interesante. Estaría mejor si cada una de ellas incluyera el nombre de autor y algunos datos más sobre este y su obra o trayectoria. De esta forma el público no se quedará sólo con los datos del tragajo sino que conocerá a su creador. (Mérida Cultura).

domingo, 17 de agosto de 2014

Asombro ante 180 piezas salidas del fuego.



 

Del Bajó nos llega lo mejor de la escultura y artesanía en barro de esa región.


A más de 1,500 grados de temperatura los hornos alfareros de Tlaquepaque y Tonalá unieron en una danza de fuego dos de artes que son tradición en el Bajío mexicano: la escultura y la artesanía en cerámica.



En esas dos regiones de Jalisco también se fusionaron las técnicas precolombinas y españolas de transformar el barro en objetos utilitarios o decorativos y así dieron paso a nuevos conocimientos que hoy día caracterizan a esa mágica, bíblica labor de dar vida a la tierra manipulándola y cociéndola en intenso calor para después embellecerla con el hábil pincel.



Desde el primer día de este mes la población meridana y todos los turistas nacionales y extranjeros que visitan esta capital  pueden disfrutar de una cuidadosa muestra del arte escultórico y ceramista jaliscienses que el Museo Palacio Cantón del INAH nos trae como parte de su programa de exposiciones temporales.
 

Con el nombre de Tonalá y Tlaquepaque, una visión del Bajío llegó a Mérida una selección hermosa y abundante de 180 piezas de gran calidad producidas por artesanos y artistas de esa zona de la República. Es una muestra itinerante que ya recogió expresiones de asombro en varias partes del país donde se ha presentado.


Esa exposición sorprende no sólo por la cantidad de las piezas sino también por la variedad de estas. Hay desde miniaturas más pequeñas que la tecla de la computadora hasta enormes, pesadas ollas, tibores y tinajas en cuyo interior puede chapotear un niño. 

Y qué decir de sus decorados. La alfarería de esa región se caracteriza por embellecer las piezas con finos pinceles que capturan la fauna y flora de la región así como las representaciones del Nahual (lo escondido, lo interior, el espíritu de un animal que acompaña a cada ser humano).


Esa exhibición consta de cuatro partes. En la primera se informa al visitante de aspectos relacionados con el arte de esos maestros alfareros, en la siguiente hay una amplia variedad de piezas de barro canelo y barro bruñido con distintos diseños y motivos. Después hay exquisitas esculturas y, finalmente, se ve un colorido carnaval de cerámica pintada con intensos colores.



Parte de las obras son fruto de técnicas ceramistas en riesgo de desaparecer, lo cual agrega valor a esa exhibición.


Además hay obras ganadoras de reconocimientos, provienen del Museo del Premio Nacional de Cerámica “Pantaleón Panduro”. Otras más salieron del Museo Nacional de la Cerámica, de colecciones privadas y del Museo de Arte Popular del D.F.   


En el recorrido vemos tinajas, tibores, cántaros con do bocas, ollas y guajes. Hay una enorme calabaza sobre una gran base y también una imaginativa expresión del nacimiento del Nahual. Tres grandes platos están decorados con motivos religiosos: el apóstol Santiago, la Virgen con el Niño y una peregrinación.



Se nos muestra también una gran tinaja, como de un metro de diámetro, y una gran licorera decorada con la escena del magueyero arriando a la mula con su cargamento de miel recién cosechada. Otros barros están decorados con el águila bicéfala, una  pelea de gallos, elementos zoomorfos o bien plantas y aves.



Hay además ánforas, porrones, cántaros, botellones e incluso una ruleta. Parte de ellos atraen por su forma, otras captan la mirada por sus cabezas de perro, sus asas y tapas u otros elementos más. 


En la sección de esculturas vemos representadas a familias de la zona rural del Bajío, un jaripeo con 50 piezas, un Nacimiento indígena y una colección de mujeres con trajes prehispánicos del país. Son de barro modelado y policromado. 

En esa parte de la colección se ve también los llamados tipos mexicanos (vendedores, floristas, un pordiosero, un leñador, el policía, el panadero, el leñador…), bustos de los héroes de la patria y una bien lograda representación del horno de tepalcates. Este último es un conjunto escultórico de gran realismo. Todas ellas son de barro modelado y policromado, son esculturas hermosas y bien logradas, admirarlas es un goce singular. (Mérida Cultura).
                                                   

Esta atractiva muestra puede ser visitada todos los días de 8 de la mañana a 5 de la tarde, excepto lunes porque el museo permanece cerrado. Entre semana el boleto cuesta $48 para visitantes nacionales, pero es gratis para profesores, estudiantes y adultos con credencial del Inapam.

martes, 12 de agosto de 2014

Curiosa flota tira anclas en esta ciudad



 

La navegación inspira una singular exposición de cerámica.


Navegando en el color, impulsados por el viento del arte, unos 20 barcos atracaron en el Museo Fernando García Ponce (Macay) y dejaron en esa playa un  cargamento de fiesta para los sentidos. 


 Delicados, coloridos, coquetos, ingeniosos y simpáticos, esos navíos son creación del artista yucateco Rafael Pérez y Pérez que esta vez se sumergió en el océano de la cerámica en busca de nuevos tesoros de expresión artística.

Esa curiosa flota es parte de las nuevas exposiciones que nos trae este año ese museo de arte contemporáneo. 

Es un conjunto de piezas que parecen juguetes infantiles, ingenuos elementos decorativos donde la cerámica es el elemento central. Con ella se construyeron los cascos de los barquitos. El resto de los elementos de cada obra son como símbolos de las territorios que besa el mar, todos ellas tan variados como lo son las expresiones artísticas. Podemos ver collares, flores,  pececitos,  madera tallada, cordones, miniaturas de bronce, cintas, aves…Ellos sirven de ornamentación al bajel y, según la descripción de esa exposición, fueron recolectados por el autor en viajes a distintos lugares. 


En esa colección vemos tres grupos de obras. En unos casos sobresale el  velamen de la embarcación, hecho con coquetos abanicos de variados diseños, abiertos hasta la mitad para que sus encajes atrapen la femenina brisa pero dejen pasar vendavales que rompan el delicado equilibrio estético. En el muelle de la imaginación esas carabelas desembarcan sobre ruedas hechas estas con partes de “yoyos”, un juguete tradicional mexicano.

En otros casos no hay aparejos ni mástil ni velas. Y en un tercer grupo las piezas no tienen la variada combinación de materiales, todas ellas son de cerámica brillante, incluidos las espumosas olas y los infantiles o regordetes capitanes que otean el horizonte o cruzan sus miradas con el espectador que acerca la vista para ver los detalles de cada creación.


Esa muestra de Rafael Pérez tiene un título entre romántico y aventurero: “Si yo descubriera América”. Su autor no descubrirá este continente, pero ya nos reveló una nueva tierra del amplio mundo del arte. Desembarcó para colonizarnos con esta nueva faceta suya de ceramista. (Mérida Cultura).

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Rafael Alfonso Pérez y Pérez, nació en Mérida, Yucatán, tiene 48 años de edad, posee dos títulos universitarios (Derecho y Ciencias Sociales) y estudios de dibujo, pintura y escultura en la Escuela Estatal de Bellas Artes, donde después fue profesor. Ha participado en 120 exposiciones. Escribe artículos periodísticos y actualmente es integrante  de los Consejos de Artes Plásticas de Puebla, del Museo de Arte de Zapopan y de la Galería de la Academia de San Carlos así como Subdirector y Curador en el Museo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

martes, 5 de agosto de 2014

Aventura de una sinfonía culinaria



 

 

Una joven emprende singular proyecto gastronómico.


La cocina es un arte culinario mundial, su sentido cultural es indiscutible. Las viandas de la mesa diaria reflejan la concepción que tenemos de la vida. Las ollas y sartenes albergan más que guisos, en ellas se aderezan las tradiciones y la filosofía popular.


Cocinar es pintar con los colores de los frutas, verduras y otros ingredientes que danzan en las hábiles manos del chef. Un platillo servido resulta una escultura en miniatura. Y los sabores son al paladar lo mismo que la música a los oídos. 

Cultura y arte son ingredientes del trabajo culinario. La tarea gastronómica es arte y cultura.

Con esas premisas hace casi un año abrió en esta ciudad Casa Vieja, un proyecto juvenil de "cocina-museo" que dirige Natalia Cano Rojas, joven yucateca que se graduó en la ciudad de México en la licenciatura en gastronomía.


Renuente a poner un restaurante más que se agregue al mar de propuestas que hay en ese campo, ella se arriesgó en un proyecto distinto. Rentó una casona en San Cristóbal y lo convirtió en una especie de pinacoteca culinaria donde promueve todos los aspectos culturales en torno a la cocina yucateca.


En ese sitio ella dispone de un acervo bibliográfico, realiza investigación gastronómica, organiza catas, da clases de cocina, ofrece recorridos turísticos por los mercados, renta la cocina para quien desee trabajar en ella y ofrece cenas privadas.


En ese último caso Natalia es capaz de sorprender con pequeños bocadillos equivalentes a ligeras pero sabrosas piezas de un conjunto musical de cámara, o bien armar platillos de varios tiempos, similares al programa de una orquesta sinfónica. En una visita que hicimos al lugar disfrutamos bocados a base de  amaranto, requesón, acelgas y espinaca abrigados en panecillos calientes, así como frutas escondidas en fina tortilla de harina y otras delicias más.  


El decorado de Casa Vieja está elaborado con artesanías y piezas relacionadas con lo culinario (mascarones, juguetes tradicionales, ollas, frascos, jarras, cestos, jícaras  y fotos de guisos y dulces yucatecos). Los muebles son de distintos tipos y materiales. Todo ello reflejan la improvisación y esfuerzo por sacar adelante un proyecto sin ayuda ajena.
El lugar está a unas cuadras del templo de San Cristóbal, en la calle 69 entre 44 y 46. 

Natalia luce como una joven emprendedora y creadora. Se nos asemeja como una artista trabajando en un proyecto que finalmente culminará en una obra que captará los sentidos y atención del público, tal como ocurre con un buen platillo puesto ante nuestros ojos. (Mérida Cultura).