Del Bajó nos llega lo mejor de la escultura y artesanía en barro de esa región.
A más de 1,500 grados de temperatura los
hornos alfareros de Tlaquepaque y Tonalá unieron en una danza de fuego dos de
artes que son tradición en el Bajío mexicano: la escultura y la artesanía en
cerámica.
En esas dos regiones de Jalisco también se
fusionaron las técnicas precolombinas y españolas de transformar el barro en
objetos utilitarios o decorativos y así dieron paso a nuevos conocimientos que
hoy día caracterizan a esa mágica, bíblica labor de dar vida a la tierra
manipulándola y cociéndola en intenso calor para después embellecerla con el
hábil pincel.
Desde el primer día de este mes la población
meridana y todos los turistas nacionales y extranjeros que visitan esta
capital pueden disfrutar de una
cuidadosa muestra del arte escultórico y ceramista jaliscienses que el Museo
Palacio Cantón del INAH nos trae como parte de su programa de exposiciones
temporales.
Con el nombre de Tonalá y Tlaquepaque, una visión del Bajío llegó a Mérida una
selección hermosa y abundante de 180 piezas de gran calidad producidas por
artesanos y artistas de esa zona de la República. Es una muestra itinerante que
ya recogió expresiones de asombro en varias partes del país donde se ha
presentado.
Esa exposición sorprende no sólo por la
cantidad de las piezas sino también por la variedad de estas. Hay desde
miniaturas más pequeñas que la tecla de la computadora hasta enormes, pesadas
ollas, tibores y tinajas en cuyo interior puede chapotear un niño.
Esa exhibición consta de cuatro partes. En la
primera se informa al visitante de aspectos relacionados con el arte de esos
maestros alfareros, en la siguiente hay una amplia variedad de piezas de barro
canelo y barro bruñido con distintos diseños y motivos. Después hay exquisitas
esculturas y, finalmente, se ve un colorido carnaval de cerámica pintada con
intensos colores.
Parte de las obras son fruto de técnicas
ceramistas en riesgo de desaparecer, lo cual agrega valor a esa exhibición.
En el recorrido vemos tinajas, tibores,
cántaros con do bocas, ollas y guajes. Hay una enorme calabaza sobre una gran
base y también una imaginativa expresión del nacimiento del Nahual. Tres
grandes platos están decorados con motivos religiosos: el apóstol Santiago, la
Virgen con el Niño y una peregrinación.
Se nos muestra también una gran tinaja, como
de un metro de diámetro, y una gran licorera decorada con la escena del
magueyero arriando a la mula con su cargamento de miel recién cosechada. Otros
barros están decorados con el águila bicéfala, una pelea de gallos, elementos zoomorfos o bien plantas
y aves.
Hay además ánforas, porrones, cántaros,
botellones e incluso una ruleta. Parte de ellos atraen por su forma, otras
captan la mirada por sus cabezas de perro, sus asas y tapas u otros elementos
más.
En la sección de esculturas vemos
representadas a familias de la zona rural del Bajío, un jaripeo con 50 piezas,
un Nacimiento indígena y una colección de mujeres con trajes prehispánicos del
país. Son de barro modelado y policromado.
En esa parte de la colección se ve también los llamados tipos mexicanos
(vendedores, floristas, un pordiosero, un leñador, el policía, el panadero, el
leñador…), bustos de los héroes de la patria y una bien lograda
representación del horno de tepalcates. Este último es un conjunto escultórico
de gran realismo. Todas ellas son de barro modelado y policromado, son esculturas hermosas y bien logradas, admirarlas es un goce singular. (Mérida Cultura).
Esta atractiva muestra puede ser visitada
todos los días de 8 de la mañana a 5 de la tarde, excepto lunes porque el museo
permanece cerrado. Entre semana el boleto cuesta $48 para visitantes
nacionales, pero es gratis para profesores, estudiantes y adultos con
credencial del Inapam.
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