Es el único de su tipo en Mérida en el concepto de cine y restaurante.
Atractivo,
acogedor e interesante, así resulta la experiencia de cine y cena en La 68, la
Casa de Cultura Elena Poniatovska en esta ciudad, un recinto en el que la
promoción cultural relega al interés mercantilista.
Si
usted acude a ese sitio ubicado entre Santiago y Santa Lucía no se extrañe de
hallar ahí a extranjeros provenientes de
Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y Francia, generalmente vestidos con ropa
ligera. Ellas con atuendos ligeros, y ellos con bermudas, camisetas y
sandalias para estar cómodos y relajados.
Esos visitantes son parte de los
asiduos asistentes a ese recinto, y dan la impresión que aprovechan más que los
meridanos de ese hospitalario rincón meridano.
Tampoco
se asombre de las bajas tarifas. El boleto para ver documentales y películas
premiadas o postuladas para recibir reconocimientos es de $15 y $30. Repetimos
las cifras para que no haya duda: quince y treinta pesos por persona. Las
funciones se proyectan en un cine al aire libre y en una sala que incluye
hamacas por si usted quiere esta alternativa para ver las películas.
La
sala al aire libre tiene fue acondicionada en un pequeño patio con jardín con
altos ejemplares de bambú y enredaderas. Sus frondas dejan ver las estrellas y
la luna. Las butacas están colocadas a desnivel para que las personas de
adelante no tapen la vista de los que están atrás, y tienen mesas intercaladas para tomar un
aperitivo o cenar durante la función. Atentos jóvenes que sirven como meseros
se le acercan para tomar su pedido y llevarle el servicio y, al final de la
función, entregarle la cuenta.
Respecto
al restaurante, en su menú hay cerveza clara y oscura, a $25 (incluye una
sabrosa botana de papa con salsa de tomate). Los refrescos y el agua de sabores
tienen el mismo precio.
La lista de
guisos que se ofrecen es variada. Hay lasagna, pizas, quesos y platillos vegetarianos.
El paquete de mayor precio es de $300 e incluye una botella de vino.
Hace
unos cuatro años la escritora Elena Poniatovska y famiiares suyos crearon ese centro
cultural. Acondicionaron sugestivamente una vieja casona ubicada en el cruce de
las calles 68 y 53 convertirlo en recinto para las artes y otras
manifestaciones culturales. Es fácil dar con él, su fachada es inconfundible
debido a la forma en que está pintada.
Adentro
se puede recorrer un salón donde se exhiben y venden artesanías locales y de
otras regiones del país, así como algunas obras de arte de artistas locales o
establecidos en esta capital. Artículos de textil, madera, vidrio y barro así
como joyería, ropa, bolsos, bastones, libros y alimentos naturales son parte de
esa amplia muestra.
Más
allá está un afable restaurante decorado en forma rústica, protegido
parcialmente por un techo de teja y decorado con abundantes plantas y lámparas en
los muros.
Después
de serpentear por un pasillo se llega a la sala al aire libre y, más allá, el
salón cerrado con hamacas. Ese centro cultural también tiene un pequeño
escenario para eventos artísticos, talleres y otras actividades más.
En resumen,
La 68 es un concepto singular que ofrece en un ambiente afable y generoso las
alternativas para desayunar, cenar, disfrutar de buen cine o hacer la tertulia
con los amigos alrededor de un buen café, un vino apetitoso o una helada
cerveza. (Mérida Cultura).
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