domingo, 17 de agosto de 2014

Asombro ante 180 piezas salidas del fuego.



 

Del Bajó nos llega lo mejor de la escultura y artesanía en barro de esa región.


A más de 1,500 grados de temperatura los hornos alfareros de Tlaquepaque y Tonalá unieron en una danza de fuego dos de artes que son tradición en el Bajío mexicano: la escultura y la artesanía en cerámica.



En esas dos regiones de Jalisco también se fusionaron las técnicas precolombinas y españolas de transformar el barro en objetos utilitarios o decorativos y así dieron paso a nuevos conocimientos que hoy día caracterizan a esa mágica, bíblica labor de dar vida a la tierra manipulándola y cociéndola en intenso calor para después embellecerla con el hábil pincel.



Desde el primer día de este mes la población meridana y todos los turistas nacionales y extranjeros que visitan esta capital  pueden disfrutar de una cuidadosa muestra del arte escultórico y ceramista jaliscienses que el Museo Palacio Cantón del INAH nos trae como parte de su programa de exposiciones temporales.
 

Con el nombre de Tonalá y Tlaquepaque, una visión del Bajío llegó a Mérida una selección hermosa y abundante de 180 piezas de gran calidad producidas por artesanos y artistas de esa zona de la República. Es una muestra itinerante que ya recogió expresiones de asombro en varias partes del país donde se ha presentado.


Esa exposición sorprende no sólo por la cantidad de las piezas sino también por la variedad de estas. Hay desde miniaturas más pequeñas que la tecla de la computadora hasta enormes, pesadas ollas, tibores y tinajas en cuyo interior puede chapotear un niño. 

Y qué decir de sus decorados. La alfarería de esa región se caracteriza por embellecer las piezas con finos pinceles que capturan la fauna y flora de la región así como las representaciones del Nahual (lo escondido, lo interior, el espíritu de un animal que acompaña a cada ser humano).


Esa exhibición consta de cuatro partes. En la primera se informa al visitante de aspectos relacionados con el arte de esos maestros alfareros, en la siguiente hay una amplia variedad de piezas de barro canelo y barro bruñido con distintos diseños y motivos. Después hay exquisitas esculturas y, finalmente, se ve un colorido carnaval de cerámica pintada con intensos colores.



Parte de las obras son fruto de técnicas ceramistas en riesgo de desaparecer, lo cual agrega valor a esa exhibición.


Además hay obras ganadoras de reconocimientos, provienen del Museo del Premio Nacional de Cerámica “Pantaleón Panduro”. Otras más salieron del Museo Nacional de la Cerámica, de colecciones privadas y del Museo de Arte Popular del D.F.   


En el recorrido vemos tinajas, tibores, cántaros con do bocas, ollas y guajes. Hay una enorme calabaza sobre una gran base y también una imaginativa expresión del nacimiento del Nahual. Tres grandes platos están decorados con motivos religiosos: el apóstol Santiago, la Virgen con el Niño y una peregrinación.



Se nos muestra también una gran tinaja, como de un metro de diámetro, y una gran licorera decorada con la escena del magueyero arriando a la mula con su cargamento de miel recién cosechada. Otros barros están decorados con el águila bicéfala, una  pelea de gallos, elementos zoomorfos o bien plantas y aves.



Hay además ánforas, porrones, cántaros, botellones e incluso una ruleta. Parte de ellos atraen por su forma, otras captan la mirada por sus cabezas de perro, sus asas y tapas u otros elementos más. 


En la sección de esculturas vemos representadas a familias de la zona rural del Bajío, un jaripeo con 50 piezas, un Nacimiento indígena y una colección de mujeres con trajes prehispánicos del país. Son de barro modelado y policromado. 

En esa parte de la colección se ve también los llamados tipos mexicanos (vendedores, floristas, un pordiosero, un leñador, el policía, el panadero, el leñador…), bustos de los héroes de la patria y una bien lograda representación del horno de tepalcates. Este último es un conjunto escultórico de gran realismo. Todas ellas son de barro modelado y policromado, son esculturas hermosas y bien logradas, admirarlas es un goce singular. (Mérida Cultura).
                                                   

Esta atractiva muestra puede ser visitada todos los días de 8 de la mañana a 5 de la tarde, excepto lunes porque el museo permanece cerrado. Entre semana el boleto cuesta $48 para visitantes nacionales, pero es gratis para profesores, estudiantes y adultos con credencial del Inapam.

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